He aquí un "amor bondial" que terminó... relativamente bien, ponele. Una carta de un muchacho a otro.
Al ser esta una historia verídica, me vi obligada a modificar algunos nombres/lugares/etc.
"No quiero contar
esta historia, al menos no en el papel, al menos no en la pantalla. No quiero
cristalizarla, la deseo viva y ansiosa de una continuación feliz. No puedo
negar por otro lado que fue redonda de principio a fin. Pero bueno, poco
importa lo que quiero, importa el grito primal, el impulso sagrado, así que acá
estoy contando como conocí a esta persona que muero por volver a ver.
Era viernes, faltaba media hora
para la 1 de la madrugada, para librarme de la cocina en la que trabajo. Con mi
compañero estábamos desesperados por irnos, tanto que ni siquiera lavamos
vajilla, ni barrimos el piso. Él tenía una fiesta con amigos y yo, yo nada.
Miré mi celular y tenía llamadas perdidas de Santi, un vecino y sobre todo gran amigo con el que se
puede charlar de cualquier cosa. También un mensaje, me invitaba a tomar algo
tranca cerca de nuestras casas. Lo llamé
ni bien salí, una, dos, tres, cuatro veces, nunca respondió, le dejé un
mensaje, nunca respondió. Hacía frío y yo estaba de brazos cruzados caminando
de una punta a otra de la parada esperando el bondi que no venía y que ¡sí, por
fín! 15 minutos después llegaba pero así
como llegaba seguía de largo. ¡La re puta madre como odio el 60! Quise elevar
mi puteada al cielo pero la contuve cuando lo vi. Un chico joven con pantalones
ajustados, sweater y bufanda del abuelo o de feria americana, el detalle de los
auriculares rosas y el hermoso detalle de su mirada incisiva clavada en la mía,
mirada tranquila, contemplativa. Le respondo de igual manera, además solo sé mirar incisivamente o con miedo. No pensaba expresar miedo, no lo tenía. Los
bondis seguían pasando, en ninguno se subía. Di por hecho que se tenía que
tomar algunos de los que me llevaban a mí. Cruzamos muchas miradas más y debo
recalcar una que duró cuatro segundos, sí cuatro, contalos es mucho, vas a ver,
imaginalo. Llegó el 203, me subí primero, luego unos señores, una joven y luego
él. No había asientos dobles libres. Me senté en uno simple deseando para mis
adentros, pidiéndole a equis que por favor se sentase adelante mío, estaba
decidido a hablarle. No ocurrió así, un señor se sentó adelante. Con el rabillo
del ojo lo vi a él dirigirse al fondo. Después de meditarlo media hora, dos
cuadras, me di vuelta, vi que atrás de todo había un lugar libre. Me levanté y
me fui a sentar junto a él. No hace falta hablar de la velocidad, de los
latidos de mi corazón, de la vibración en mis manos, de la dura flexibilidad
del resto de mi cuerpo. Tenía que hacerlo, le toqué el hombro con el dedo
índice dos veces. Se sacó su auricular con una parsimonia que me enamoró al
instante, de repente hacía calor, las luces artificiales eran el sol, todo era
posible. - Hola, ¿cómo va? No suelo hacer esto, es más creo que es la segunda vez que lo hago en toda mi vida (mentira, era la primera) pero… ¿tenés planes para hoy, digo ahora?
- Para mí también es raro, nunca me habían invitado a nada en un colectivo. Estaba con todos mis amigos, es el cumple de mi mejor amiga pero los perdí y me cansé de buscarlos así que estoy volviendo para mi casa. Pensaba seguir de largo hoy, mañana debo estar a las siete despierto en Capital.
- Yo también pensaba seguir de largo (verdad) y perdí o más bien nunca me encontré con un amigo con el que pensaba salir. ¿Te copás y vamos a tomar algo? Es raro para mí esto igual que para vos eh, pero podemos aprovechar ya que tenemos que seguir de largo los dos… y si te aburrís bueno, seguí tu camino. Le dije y sonreí mirándolo por primera vez a los ojos desde que me senté al lado de él, antes miraba al piso mientras me tocaba las manos. Aceptó, nos bajamos a seis cuadras de mi casa, entramos a un bar que frecuento. Yo solo tenía quince pesos, ofreció invitarme, fuimos miti miti.
No sé si contar sobre lo que charlamos, sólo diré que teníamos muchos gustos en común en lo musical entre otras cosas, conté algunas anécdotas de esas que sé que asombran a los chicos de dieciocho años (me había dicho su edad y eso debo admitirlo me calentó aún más) Sí, estaba caliente pero no podía expresarlo, me costaba mirarlo a los ojos, cuando se fue me di cuenta que casi no lo había mirado a la cara, sentía cierto pudor por mi fuego y temía no encontrar un espejo en su mirada. Pero yo sabía que ese fuego estaba ahí, eso me cautivó de él, esperar el bondi y quemarme. Aclaración pertinente: fuego no es solo sexo. Sé que nuestra charla no lo desilucionó pero igualmente tenía cierta vergüenza, es que todo estaba saliendo tan bien… Cuando terminamos la cerveza nos fuimos del bar, le propuse ir a mi casa a buscar plata pero le advertí que si iba era probable que me tiente y me quede ahí, obviamente le ofrecí quedarse. Aceptó con un no sé, que claramente era un llevame. El intercambio de energía seguía siendo muy amable de ambas partes. Ahora dudo si demasiado amable.
- Ponete cómodo, yo me voy a sacar las zapatillas porque no doy más, perdón si tengo olor a pata.
"Yo también tengo olor a pata" me dijo sonriendo. No se sacó las zapas.
Entré a internet para averiguar unos horarios que eran los causantes de mi decisión de no dormir aquella noche, él, que por cierto se llama Jano (acabo de sentir un escalofrío al escribir su nombre, que se sepa que los escalofríos calientan el cuerpo, esa es su función) me pidió la PC para chusmear un número de teléfono, luego le presté mi celular. Llamó a uno de sus amigos con los que estaba y les dijo que lo esperen que estaba yendo para allá. Yo llamé a Santi otra vez, me atendió y quedamos en vernos. Antes de salir rumbo a la avenida a nuestros antiguos planes, nos quedamos mirando, cada uno en una punta de mi habitación. Avancé no sé si corriendo o en slow motion y lo besé, sentí equilibrio, cierta dosis de pasión y otra de respeto por el espacio del otro, un beso tierno, un beso de los que no molesta a las señoras conchetas ver en la calle. Sepan que ahora mismo estoy saboreando aquel momento. Una vez afuera de mi casa una alegría me invadió, algo casi místico y se lo conté, "qué loco volver cada uno a nuestros antiguos planes pero habernos conocido en el medio". Asintió con la cabeza y con varias palabras. Mientras esperaba el colectivo moría por volver a besarlo, no lo hice. Cuando me estaba por despedir me arrepentí en parte de no haberle insistido para que se quede a dormir conmigo. Imaginé dos noches: una apasionada, ideal; otra cariñosa, durmiendo abrazados y sólo eso, ideal también. Cerré los ojos y lo besé cuatro segundos en la comisura de los labios. "¡Suerte!"... "¡Igualmente!"
Escribo ésto porque si no lo vuelvo a ver, es probable que toda esta hermosa secuencia se vaya volviendo humo con el tiempo y quede sólo una estela, una sensación de sincronicidad y cariño. Ojalá te vuelva a ver, lo deseo. Pasaron sólo cuatro días y acá estoy escribiendo, no quiero caer en el romanticismo empalagoso pero algo seguro es que ésto lo vas a leer si no te vuelvo a ver más, te lo haré llegar y si no después de algunos meses de habernos conocido, será mi regalo en celebración de nuestra amistad. Me encantaría eventualmente decir te quiero."
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