sábado, 10 de diciembre de 2011

A esta gente triste...

Buenas y calurosas tardes, mis queridos blogleyentes...
Sé que los tenía abandonados, pero volví, volví para hacer millones (como siempre :P).
Eh... no sé si debería contar esto acá, pero tantas cosas cuento, que ya realmente no importa.
Anoche tuve un accidente, sí, un pequeño accidente: un choque, más precisamente.
Salimos todos ilesos, por suerte, un par de cortes, dolores (en la rodilla y la pera, en mi caso) pero bien. Bueno, "bien"... no puede estar nada bien en un choque. Pero, agradezco al destino, a Jebús (o lo que sea) que estemos todos vivos.
Ahora pasaré a contar las emociones que tuve anoche. Primero que nada, infaltable, al momento del impacto (y al ver que el capó del auto estaba en llamas) tuve MIEDO. Sí, señores, su querída y fortachona Rocka tuvo miedo. No de morir, porque una parte de mí sabía que no me iba a morir ahí y que tampoco mis amigos iban a hacerlo. Miedo de, salir muy herida, tal vez... Bah, no yo, sino mis amigos. Miedo de la primera vez... Porque ustedes saben, las primeras veces (de lo que sean) dan miedo. Ansias tal vez, nervios, pero miedo al fin. Otra cosa que sentí fue enojo, no sé muy bien con qué, pero enojo... Enojo con el auto por fallar, enojo conmigo misma por haber tomado la decisión de subir a los demás y subirme a ese auto, enojo por... enojo.
Aparte, bueno, angustia, cansancio, malestar, impotencia, y muchas pero muchas ganas de tener una máquina del tiempo.
He de admitir que en el momento en que nos dimos de frente contra un árbol, a una velocidad bastante considerable debo decir, por mi cerebro, en una milésima de segundo, se encontraron y cruzaron millones y millones de pensamientos, imágenes, sonidos, canciones, y todas esas cosas que me llenan la golova. Pensé en mis amigos (los que estaban en el auto conmigo), en mi familia, mis otros amigos, la gente en general, y pensé... ¡MIERDA! ¿Me voy a morir acá?
No señor, claro que no. No me iba a morir ahí, no es mi momento todavía, me falta... me falta bastante, quiero pensar.
Es muy difícil describir el momento (más allá de que, por suerte, no haya sido un choque grave) es difícil pensar en esos momentos... es difícil acomodar todas las piezas del rompecabezas y crearse una linda imágen.
Lo que me dió a pensar ese momento es que... ahora comprendo el significado del "vive cada día como si fuera el último". Siempre nos estamos codeando con la muerte, SIEMPRE. Y es por eso que debemos exprimir cada segundo de vida que nos es regalado. Vivir es gratis, vivir cada momento no tanto.
Más allá de toda la gilada, quería decir eso... No nos jodamos tanto con la rutina y todas las cosas materiales... VIVAMOS. Aprovechemos cada segundo, nunca sabemos cuándo nos vamos a ir.
Agradezco a no sé quién (la naturaleza, la vida, el sol, lo que sea, tal vez) de tener lo que tengo... y más precisamente en ese momento, haber tenido a mis DOS MEJORES AMIGAS de toda la vida junto a mí. Es impagable haberlas tenido conmigo. Las amo a más no poder, son mis hermanas.

Me voy porque me tengo que poner hielo en la rodilla... DISFRUTEN, mis queridos amigos, DISFRUTEN y sobre todo VIVAN. Aunque esté media rota, sigo en pie y así seguiré, en tanto y cuanto me lo permita la vida. No sirve llorar, hay que vivir. Hay que reír.
"Ríete al fin, que llorar trae tanto frío..." ("A estos hombres tristes" - Almendra)

¡Adiosito y feliz sábado!

(Pd: cabe decir que la etiqueta va como anillo al dedo con lo que escribí... digo, "Nunca me viste -literalmente- tan estrellada").

No hay comentarios: