viernes, 22 de febrero de 2013

Siempre hay excepciones

Busqué una chica que se pareciera a vos por todos lados, y como no encontré, me puse triste. Se me partió el alma en dos cuando me dijiste "no me gustan las mujeres", así tus pecas se burlaban de mi y tu pelo hacía una cuerda para ahorcarme, mientras yo quedaba boquiabierta pensando "la puta madre"...
Hice un millón de cosas para impresionarte, para ver si dabas el brazo a torcer, pero cuanto más intentaba acercarme más cara de orto me ponías. En una me tiraste "seamos amigas" y yo te dije "amigas tengo unas cuantas", para qué querría salir a ver las veredas o los autos pasar, si tenía tremenda presencia a mi lado al caminar... y para colmo tenías que ser rubia... rubia, con pecas y ojos verdes, un sueño que probablemente nunca se volvería real. Cada palabra que salía de tu boca parecía una invitación musical hacia otro mundo, pero venía con escudo por si a mi se me quería escapar la lengua, no es que no pudiera aguantarme pero la charla era bastante intensa. Cuanto más me convencía de que no me ibas a dar pelota, más buscaba para resguardar mi pobre corazón en la cintura de alguna otra chica, al menos intentaría no irme con las manos vacías... 
¡Mirá lo que me hiciste! que yo no soy de hacerme la despechada loca, pero tu rechazo hacia mi sexo me hizo poner el grito en el cielo. Te hiciste la simpática al principio, insinuando groserías para luego terminar diciendo que no eras "esa clase de chica"... Ay rubia, ¿en qué quedamos?
Terminaste tu décimo trago y me dijiste "vamos a bailar", te miré extrañada como diciendo "¿a qué me estás invitando?". La música sonaba mientras movías tu cuerpo como si fueras una hippie en Woodstock del '69, y yo a un lado arrastraba mis pies sin ganas, intentando abrir los ojos que ya estaban achinados. En cierto momento me tomaste de la mano y me regalaste un guiño mientras torcías la boca, yo tragué saliva y de a poco me fui acercando. Después de haber bailado como enferma cinco canciones, que en realidad no me gustaban, me alejé y apoyé mi espalda en una pared, mientras sacaba de mi cartera el paquete de cigarrillos... una vez que encontré el encendedor y prendí el pucho, subí la mirada y ahí estabas... "¿me convidás uno?" me dijiste, y con cara de china simpática te alcancé la caja. Ya encendido tu cigarrillo lo escondiste por detrás de tu pierna, y mientras apoyabas tu mano derecha en la pared, acorralandome como una serpiente, me susurraste al oído "siempre hay excepciones" para luego viajar por mi cachete hasta mi boca... 
Te busqué una y otra vez entre la gente, y como no te encontré, me puse triste. Se me erizó toda la piel con tu "siempre hay excepciones" y el beso que me diste... una vez más, tus pecas se burlaban de mi y esta vez mi pelo se enredaba en mi cuello para ahorcarme, mientras yo quedaba perdida, boquiabierta y gritando por la calle "¡la puta madre!"

MR - Rockita W.

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